La Yeguada Casablanca está enclavada en la sierra norte de Córdoba, en la comarca del Alto Guadiato, localidad de El Vacar, en pleno corazón de Sierra Morena, en una finca cercada en todo su perímetro de mil hectáreas de dehesa de encinas y alcornoques, monte bajo y monte de cabeza, donde pastan los caballos, las yeguas y los potros en completa libertad durante todo el año.
Está dedicada a la cría del caballo hispano-árabe y tiene su origen en la compra por Ignacio Enríquez García en 2012 a su prima Inmaculada García Courtoy, de una punta de yeguas y un semental, procedentes de la ganadería iniciada por D. Indalecio García García en 1866 en la finca Casablanca, continuada posteriormente por su hijo D. Gregorio García García, su nieto D. Gregorio García Mateo y su biznieto D. Luis García Courtoy, padre de Inmaculada.
Considero al caballo hispano-árabe como una de las razas mas completas, porque además de su expresiva belleza, agilidad y resistencia, y de ser especialmente apropiado para las faenas de campo y manejo del ganado, es igualmente hábil para la doma vaquera, el acoso y derribo, la doma clásica, el enganche, el salto y el raid.
Mi afición al caballo hispano-árabe, es compartida por mi esposa Sonia Rojas, veterinaria y ganadera de pura raza española, y secundada por nuestras hijas Sol y Blanca Enríquez Rojas, que desde muy temprana edad, montan nuestros caballos y nos ayudan en la ilusionante tarea de mantener la línea de esta mítica ganadería.
Nuestros caballos nacen y se crían en libertad en el campo, y somos especialmente rigurosos en la selección, poniendo especial énfasis en la nobleza del carácter, pues tenemos la ineludible obligación como ganaderos, de mantener y mejorar en lo posible la importante herencia genética de nuestros hispano-árabes.